El poder de la mirada

Tan bonitas, tan ligeras y ausentes al igual que tan toscas e hirientes. Algo privilegiado para unos y tan pobre para otros.
¿Qué sería del mundo sin esas personas que te atraviesan con solo una mirada, de ese dialogo que se establece como si dentro de una burbuja se permaneciera?
¿Qué sería de la vida sin un espacio y un tiempo para que las personas con este don puedan expresarse tal y como son?
Las miradas son diálogos no dichos, son diálogos sutiles y fugaces que pueden permanecer en nuestro interior cual fotografía grabada en nuestro corazón. No todas las miradas tienen brillo ni son iguales y mucho menos son capaces de hablar el mismo lenguaje. Un lenguaje tan preciado que extinguirlo sería un grave error. 
Las miradas relucientes se atraen entre sí y se nutren entre ellas como estrellas en el firmamento. De muchos colores y distintos tonos de luz como faros en el horizonte que sirven de guía para otras miradas relucientes en pleno crecimiento o para aquellas que están perdidas sumidas en el caos, en la adversidad de la vida y en la oscuridad de las tinieblas que no saben llegar a la costa. Miradas que traducen lo que el corazón siente esbozando una sonrisa en quien la recibe. 
Se usa tan poco el poder de la mirada, nos creemos que el poder de todo está en la palabra, y nos olvidamos muchas veces de que el que mucho calla mucho esconde, e igual es que no sabe cómo expresarlo o sus mismas cualidades le impiden traducirlo en palabras.
Quizás hay que dejar más espacio a que aquellas personas con luz y mirada resplandeciente entren en  nuestras vidas como rayo de luna en la noche y dejar de encerrarlos en jaulas de oro con las palabras.
Nos pensamos que las palabras valen oro cuando en realidad lo que vale oro es lo que te hacen sentir, tanto para bien como para mal. Así son las miradas, valen porque te transmiten algo sin raciocinio, algunas veces son bocanadas de aire fresco, otras son puñales y otras salvavidas en un mar incierto.
Es muy difícil de explicar lo que transmite una mirada porque sólo tu piel y tus sentidos podrían describirlos, pero estoy segura de que entendéis de lo que os estoy hablando.
Dejemos que nuestra piel y nuestros sentidos se nutran de lo que reciben de esas miradas, de esa luz y de esas personas tan especiales y por desgracia tan escasas. Dejemos las jaulas de oro para las palabras mal sonantes y para lo agresivo e intentemos hablar más con las miradas. 
Busquemos miradas afines a las nuestras para así hacernos cómplices de un mismo lenguaje, pongamos de moda el sentir, el erizar la piel y el dar vuelcos al corazón por mucho que un grito o una palabra fuerte parezca que llama más la atención os aseguro que no es así.
¿Os atrevéis a poner a prueba esa semana el poder de la mirada?



 

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