Adiós
Sinceramente es una palabra que a mi me da muchísimo miedo decir, expresar, sentir o incluso imaginar. Para mi las despedidas es una de las cosas más difíciles que existen, quizás sea porque estás cerrando una puerta que no sabes si algún día se volverá a abrir, o es de esas puertas que acaban en el vertedero hechas trizas, como si de la película de Monstruos S.A se tratase.
A mi ya me tocó hace tiempo tener que decir adiós, tener que cerrar la puerta, pero me cegué pensando que guardar la puerta me haría proteger lo que en un momento veía o sentía, pero... ¿sabes qué? que hoy he aprendido que las cosas hay que dejarlas ir, que la puerta debe quedar hecha trizas porque es una etapa que ya se acabó, que no sirve de nada protegerla porque lo único que hace es anclarme a un precipicio.
El tiempo también me ha llevado a pensar que todo pasa por algo, que el destino, la vida, Dios o el nombre que le pongas nos pone pruebas que hasta que no las superamos del todo, hasta que no las completamos cerrando la puerta y poniendo fin al capítulo no nos deja empezar uno nuevo. No solo no nos deja, sino que nosotros mismos de alguna manera nos lo impedimos.
Como ya he dicho todo pasa por algo, a veces solo sea por el hecho de afrontar nuestros propios miedos, otras veces puede que sea por que la vida da mil vueltas y no te deja otra opción... hay mil posibilidades, pero lo importante de todo esto es que siempre va a ser bueno para nosotros. Puede que al principio duela pero se desvanece como el humo. Y cuando éste ya se ha desvanecido por completo aparece el resplandor de la luna alumbrando toda esa oscuridad y haciéndote realmente luz, y te hace ver que al cerrar una puerta siempre se abre otra, que siempre hay un comienzo a la vuelta de la esquina y que quizás ese nuevo comienzo seamos nosotros mismos.
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